Hace ya tiempo que empecé a creer en los ángeles. Un día conocí a uno. Me hablaba desde donde quiera que estuviese y sus palabras resonaban en mi cabeza cuando no estaba. Pero nunca estaba aquí.
-Déjame verte alguna vez- le dije un día. Y me respondió, nuevamente desde la lejanía.
"Espera" me dijo. Espera. Espera...
Así que esperé. Días y días pasaron hasta convertirse en meses. Los meses en siglos. Los siglos en segundos. Los segundos en eternidades.
Esperé bajo el calor infernal, bajo el frío polar, soportando tempestades, sólo pensando que ese día llegaría. Pero nunca llegó.
Me dí cuenta al instante, de que el ángel nunca vino, porque yo siempre he sido ateo, y el ángel un fruto de mi imaginación.
domingo, 30 de septiembre de 2012
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